
Algunas personas sufren de pánico escénico por lo tanto les cuesta hablar en público. Otras, creen que no son capaces de realizar algunas tareas. Un claro ejemplo es aquel que dice “yo el inglés lo entiendo, pero me da pena hablarlo”. Lo dicen por temor a equivocarse, a sonar mal, y según ellos, a hacer el ridículo.
El temor nos evita avanzar, y en el peor de los casos, nos paraliza por completo. Pero una de las mejores maneras de vencer el temor es practicando, haciendo eso mismo que tememos.
En la Facultad de la Fe y Liderazgo, nuestro semillero de líderes y discípulos de Jesús, preparamos a las personas para dos propósitos:
1. Ser un discípulo de Jesús.
2. Ser un líder en la congregación.
Ser discípulo de Jesús requiere que rindamos nuestra vida a Dios continuamente: leyendo su Palabra, orando, siendo santos. Podemos decir que esto lo hemos hecho desde que nos convertimos en hijos de Dios, y es nuestro “día a día”.
Pero ser un líder…esa es otra historia. Se requiere estar al frente, hablar en público, trabajar en equipo y allí es donde el temor nos ataca. Hubo un hombre que creía que no podía cumplir su llamado. Desde niño fue instruido para ser líder, pero cuando llegó el momento de demostrarlo dudó de su capacidad.
Cuando le pidieron que subiera al frente para orar, para predicar, para liderar… dijo que no podía. En Éxodo 3:11 “Moisés contestó: —¿Y quién soy yo para ir ante él y decirle: “Voy a sacar de aquí a los israelitas?”
Y en Éxodo 3:13 “Moisés respondió: —Pero si voy y les digo a los israelitas: “Nuestro Dios, es decir, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a libertarlos”, seguramente van a decirme: “A ver, dinos cómo se llama”. Y entonces, ¿qué les voy a responder?”
Moisés fue llamado por Dios para liderar la libertad del pueblo de Israel, pero en su mente y corazón existía el temor y la duda de su capacidad: “¿quién soy yo?”, “¿qué les voy a decir?” Dios ya lo había escogido y lo había capacitado.
Si hoy nos piden liderar una célula, servir en un ministerio… ¿qué vamos a decir?
En La Facultad de la Fe y Liderazgo hemos aprendido sobre qué espera Dios de nosotros como sus hijos, y qué espera nuestra congregación de nosotros como líderes. Así que, Dios lo escogió para ser su discípulo, viva ese privilegio cada día. Su congregación lo necesita activo y ejerciendo sus dones en un ministerio, sirva. Venza el temor. Dios está con usted.