Terminó la Copa Mundial de Futbol Qatar 2022.  ¡Qué dichosos! ¡Qué rayados! ¡Qué suertudos! los que resultaron ganadores de los viajes todo incluido que ofrecieron algunas empresas para disfrutar del Mundial 2022.

Cuando a alguien le sucede algo muy bueno, acostumbramos a decirle: ¡Qué dichoso! Probablemente porque ganó un premio, obtuvo un ascenso, cerró un excelente negocio, etc., por lo que disfruta de la felicidad, la alegría y la dicha que esto le produce.  En la vida hay muchas cosas que nos hacen sentirnos felices. Todas estas cosas, aunque pueden ser buenas y Dios nos permite disfrutarlas, por lo general son temporales.

El Salmo 1 nos enseña sobre una persona que también es ¡dichosa!, pero las razones de su verdadera felicidad son muy diferentes a las ya mencionadas.  Este es un salmo muy corto, pero muy puntual en describir las cosas que este hombre pone en práctica. 

Según el salmista, es dichoso porque no se deja llevar por los malos consejos. Los malos consejeros abundan, así que debemos tener mucho cuidado cuando aceptamos un consejo y decidimos ponerlo en práctica. También, es dichoso porque no encaja con los pecadores, no se junta con personas malvadas que intencionalmente están pecando.  Pero también es dichoso porque no se junta con todos aquellos que se burlan de Dios y de su Palabra.  Así que, podemos decir: es dichoso porque rechaza abiertamente la maldad y el pecado en sus diversas manifestaciones.

Pero no solo es dichoso por rechazar el pecado.  El salmista continúa enseñándonos que es dichoso porque ama la Palabra de Dios, la lee y medita profundamente en ella, para luego incorporarla a su estilo de vida diario.  Esto evidencia que también es dichoso porque mantiene una íntima relación con Dios y recibe de Él y de Su Palabra todo lo que su ser necesita para nutrirse.  Dichoso porque es como árbol fértil y útil, que da fruto en el tiempo preciso.  Dichoso porque estas y otras acciones lo conducen a la vida eterna, convirtiéndolo en una persona verdaderamente feliz.  

Pero el salmista no solo nos enseña sobre las personas verdaderamente felices y dichosas, sino que también nos advierte sobre el futuro desastroso de los que van de mal en peor, es decir, todos aquellos que se dejan llevar por los malos consejos, que cultivan amistades con otros pecadores, que se deleitan en la maldad y que rechazan a Dios y todo lo que tenga que ver con Él, los que con facilidad son llevados de un lugar a otro por cualquier tipo de tentación.  El destino final de estas personas es la muerte. 

Sin embargo, ¡qué dichosos! serán aquellos que cita Isaías 55:7, que abandonan el camino de maldad y alejan de sí todo pensamiento de hacer el mal, los que apartándose por completo del pecado, se arrepienten y aceptan la gracia y la misericordia para la salvación que siempre han estado disponibles.  ¡Qué dichosos! porque al volverse a Dios e invocarlo en el momento oportuno, Él será compasivo y generoso en perdonarlos.