
A veces sentimos que nuestra vida no tiene sentido. Las circunstancias que nos han tocado que vivir, las tragedias que hemos soportado, los rechazos que hemos sobrellevado, las oportunidades que perdimos o que nos quitaron, los sueños que nunca se realizaron y las malas decisiones que tomamos, nos han llevado a pensar que nuestra vida carece de propósito.
Sin embargo, en la Palabra de Dios encontramos una verdad maravillosa: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.” (Romanos 8:28)
Aunque pensemos que los sucesos de nuestra vida no tienen sentido, la Palabra de Dios nos da una perspectiva diferente: todo lo que nos ha pasado, bueno o malo, Dios lo dispone para nuestro bien. Desde la óptica de Dios, los acontecimientos de nuestra vida no quedan sin propósito.
Pero como aún vivimos en un mundo donde hay sufrimiento, podemos llegar a pensar todo lo contrario: Que Dios se ha olvidado de nosotros y que nos ha dejado a nuestra suerte. Cuando la crisis o el caos llega a nuestra vida, es fácil llegar a esa fatídica conclusión de que a Dios no le importa nuestra vida ni nuestros asuntos.
Pero Dios se duele con nuestras tragedias. Y no solo se duele y nos consuela, sino que hace que las cosas al final cooperen para nuestro bien. Eso incluye aún nuestras propias equivocaciones y malas decisiones.
Ahora bien, no debemos pasar por alto que el texto dice “de quienes lo aman”. En el original está tal como lo presenta la versión Reina Valera: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Así que, si amamos a Dios, podemos tener certeza de que él hará que todo lo que nos suceda, coopere para nuestro bien.