
Navidad anuncia descanso… Emmanuel “Dios con nosotros”, un Mesías, un Salvador listo para cumplir su misión. Él ya solucionó la sentencia de muerte que nunca podríamos solucionar. En Cristo hay vida, hay paz, hay amor… Él es amor. ¿Qué más necesita nuestra alma? Adorar al Rey, eso necesita… eso es Navidad.
El pueblo de Dios, al igual que yo, es humano y hay tanto por lo cual podríamos pasar preocupados en Navidad si dejamos que las circunstancias roben nuestro enfoque; pero está Navidad los invito a ser como los sabios de oriente, seamos aquellos que dejan lo que sea que tienen que hacer por adorar al Rey, sin buscar algo a cambio.
Leí una reflexión de cómo la adoración de los Sabios de Oriente nos enseña a adorar… un niño en un pesebre no tenía nada que darles y aun así ellos se postraron porque reconocían que era Dios. La iglesia de Cristo debe adorar de la misma forma, por quien Él es y no por lo que hoy puede darnos.
La profecía anunciaba a Jesús de esta forma:
“Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”
Isaías 9:6 NVI
Permítanme hacer énfasis en que la Navidad es la celebración de que Dios nos diera todo: vida, paz, amor, la oportunidad de ser llamados hijos. Celebramos algo tan grande que vale la pena dejar de lado un momento todo afán de la tierra y prepararnos para adorar.
La Navidad no son regalos… celebramos El Regalo más grande que hemos recibido. Navidad no es un estreno, es el anuncio de un Dios cercano a nosotros que no nos olvida. Navidad no es una cena, es Dios mismo dando su vida por nosotros. Navidad es la oportunidad de amar, de perdonar, de brillar como Él en medio de un mundo oscuro.
Celebremos, descansemos, adoremos al Rey que ya dio su vida por nosotros.
Que nada empañe su gozo y que el gozo les dure los 365 días del año.
¡Feliz Navidad!