Estamos atravesando días difíciles en nuestro entorno: problemas políticos, sociales, personales, familiares, de trabajo, inundaciones, sequías y la crisis de salud mundial. Pero ser cristianos y tener a Jesús como Señor de nuestras vidas, no significa una vida sin problemas, dificultades y aflicciones en este mundo. Jesús nos dio una esperanza plena para que confiáramos en Él, y en medio de todo nos daría su paz y que la podríamos disfrutar, buscando su dulce presencia en oración y ruegos, llenos de fe y de esperanza dependiendo de su gracia y de su amor.

Tenemos que reconocer que necesitamos de su intervención divina; porque sin su ayuda y su poder no podemos alcanzar la paz que anhelamos. La Biblia nos muestra que esa paz viene de Dios y quiere que esté presente en nuestras vidas. Todos queremos disfrutar de esa paz interior en familia en estos momentos difíciles. Filipenses 4:7 dice “y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”, Dios actúa de una manera sorprendente pues nos cuida de las preocupaciones innecesarias que llegan a la vida.

Cuando no encontramos la salida aquí entra la paz de Dios que nos da tranquilidad pues tenemos plena confianza en sus promesas. Porque con Él todas las cosas son posibles, pues su cuidado amoroso está presente para sostenernos y sacarnos victoriosos. Aprendemos a alegrarnos en el Señor como Pablo lo experimentó estando preso, en su corazón había gratitud, alabanza y a pesar de tanto sufrimiento tenía paz, el Señor está cerca de quienes lo buscan, lo anhelan y nos invita a que en toda ocasión con oración y ruego presentemos las peticiones a Dios y que le demos gracias, no nos olvidemos de las bendiciones que Dios nos da, proclamemos su grandeza y poder.

Es tan maravilloso y confortante saber que no estamos solos, sigamos adelante orando, clamando, estudiando su Palabra, nutriéndonos de su conocimiento, sentándonos a sus pies y sobre todo, ser luz en medio de las tinieblas, si le buscamos Él esta presto para oír nuestras súplicas y darnos la paz en medio de las tormentas. No desmayemos, porque nuestro capitán es Cristo quien es nuestra Paz.


Mira esta prédica que nos recuerda que Dios siempre está con nosotros.