Como iglesia tenemos mucho que agradecer y testificar. Muchos que estuvieron con nosotros ya están en la presencia del Señor. Otros están en otros países, pero nos extrañan. Por todas partes uno puede encontrar gente que está vinculada en su corazón con nosotros, a La Fráter.

Pronto estaremos en el cielo y allí veremos a miles y miles que conocieron a Cristo gracias al trabajo de todos nosotros. Hay miles más que nos acompañan en esta labor que también llegaron a conocer a Jesús como su Señor y Salvador personal a través de nuestra labor evangelizadora. He aprendido que lo único que podemos sacar de la Tierra es a las personas. Uno se va al cielo y no se puede llevar carros, ni casas, ni sueldos ni puntos. Pero sí puede llevar personas.

Cada persona que nosotros llevamos a los pies de Cristo, seguramente estará en la presencia del Señor, aunque no nos guste la persona, aunque nos haya ofendido o traicionado. Si esa persona se arrepintió de sus pecados y creyó en Jesús como su salvador personal, la gracia de Dios le alcanzó y fue suficiente para perdonarle todos sus pecados y allá estará. Cuando lleguemos al cielo no habrá una sección para los de Fraternidad Cristiana de Guatemala, ni otra para los bautistas; u otra para los presbiterianos. Hay una sola sección, una sola ciudad en la que estaremos todos los que hemos sido redimidos por la sangre de Cristo. Por eso es que usted y yo somos parte de este cuerpo de creyentes.

El Señor nos va a decir un día: Bien buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Lo poco es todo lo terrenal y temporal, pero lo mucho es lo que nos espera en la presencia de Dios nuestro Señor.

Hoy en día ser fieles cuesta. Cuesta ser fieles como amigos y guardar un secreto. Qué importante es que nosotros seamos fieles como consejeros, fieles al guardar lo que la gente nos confía. Me impresionó cuando el contratista me dijo allá por 1986, “pastor, si así como ustedes están asfaltando La Fráter, el gobierno asfaltara las calles del país ya no habrían carreteras por asfaltar.” Para mi era lo normal hacerlo como lo estábamos haciendo, pero para él que trabajaba para el gobierno haciendo carreteras, no era lo normal.

Es importante que nosotros seamos fieles administradores de lo que el Señor nos da. Por eso es tan importante que cada uno de lo que recibe, separe el diezmo para el Señor, cada semana, quincena o cada mes. Porque lo que tenemos no lo vamos a poder llevar al cielo. Sí vamos a poder llevar a nuestros hijos si ellos reconocen a Jesús como su Salvador, pero mientras estemos aquí en la Tierra, tendremos que ser fieles administradores. Porque el Señor nos va a decir un día: Bien buen siervo y fiel, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Lo poco es todo lo terrenal y temporal, pero lo mucho es lo que nos espera en la presencia de Dios nuestro Señor.

Recuerdo que en la Iglesia de Lakewood, hace unos 15 años, estuve un domingo sentado en el servicio y estaba sentado atrás de Joel Osteen. A la par mía estaba un hombre de bastante edad y me dijo: “yo traje a los pies de Cristo a John Osteen, yo evangelicé a John Osteen”. Sacó un librito que escribió y me lo dio, aquí está el testimonio –dijo– de cómo traje a los pies de Cristo a John Osteen. El título del libro era “Yo le hablé a uno y uno le habló a un millón”. A veces quizás traigamos 1 a los pies de Cristo, pero ese uno puede ser Billy Graham, ese uno puede ser Reinhard Bonnke o John Osteen.

Ese uno puede ser cualquiera de nosotros y que luego será de gran bendición para muchos. Lo importante es que sigamos siendo fieles.

Y cuando el Señor nos llame ojalá que podamos escuchar las palabras “bien buen siervo y fiel”. Esas son las palabras que debemos esperar oír de él “bien buen siervo y fiel”. Me imagino lo que sintió Pedro cuando las escuchó, sí había negado al Señor, pero el Señor lo amó a pesar de eso, igualmente nos ama a pesar de nuestros fracasos. 


Mira esta prédica con el pastor Jorge H. López