
La prosperidad de Dios es integral, abarca el espíritu, el alma y el cuerpo. Los seres humanos buscamos mucho el bienestar del cuerpo, lo material. Pero también tenemos que buscar la prosperidad espiritual, ambas van de la mano. Dios quiere que seamos personas prósperas, como lo encontramos en la tercera epístola de Juan, versículo 2 donde nos dice: Amado, mi oración es que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Ya establecimos que lo prioritario es buscar a Dios primero. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas dice Mateo 6:33.
También debemos creer a Dios y obedecer sus mandamientos. A Josué se le dijo que debería meditar y recitar la Palabra de Dios, y ponerla en práctica, pues entonces sería prosperado y tendría éxito en todas las cosas. Otra manera de prosperar es honrar a Dios con nuestros bienes. Cada vez que nosotros cumplimos con el propósito bíblico de traer íntegros los diezmos a los fondos del templo, estamos asegurando que Dios abrirá las compuertas de los cielos y derramará sobre nosotros bendiciones sobreabundantes. Cada vez que venimos al templo y traemos ofrendas para la obra de Dios, lo estamos honrando.
También debemos de ayudar al pobre. Hay pobres alrededor nuestro. Jesús dijo que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros. Proverbios 19:17 dice que el que da al pobre presta al Señor y él le dará su recompensa. Dios bendice al hombre que es generoso con el pobre.
Otro elemento para prosperar se forma de dos palabras muy fáciles de recordar: ser trabajador. Todos necesitamos ser trabajadores. El apóstol Pablo dijo claramente que, si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Así que todo el que coma que trabaje, y todo el que trabaja puede comer bien. Ser trabajador es uno de los elementos claves para obtener la prosperidad en nuestra vida. Hay una canción que se hizo muy famosa hace muchos años: “A mí me dicen el negrito del batey, porque el trabajo para mí es un castigo”. ¿Se acuerda? Y dice el resto de la canción: “Yo le dejo el trabajo solo al buey, para mí el trabajo es un enemigo”. Quiero decirle que eso es totalmente falso.
Cuando Dios creó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, lo puso para que cuidara y labrara la tierra. Dios no lo puso solo para que tuviera unas largas vacaciones, lo puso allí para trabajar, labrar y administrar la tierra. Así que el trabajo no es la consecuencia de la desobediencia del hombre. Ya Dios había ordenado el trabajo como parte de su plan para su pueblo. Por lo anteriormente expuesto, le puedo asegurar bíblicamente que el trabajo no es una maldición. Por el contrario, es una bendición. Si usted lo tiene, bendiga a Dios. Si usted tiene la oportunidad de trabajar, haga como dice la Biblia en Proverbios 22:29: “¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.”
Toda persona que trabaja y además es diligente es una persona que será pronto promocionada en la empresa o en la oficina, será pronto colocada en puestos de supervisión, de dirección, de gerencia, de gobierno. Es importante que nosotros nos demos cuenta de que trabajar es bueno y que el ser trabajadores diligentes nos hace mejores. Proverbios 28:19 nos dice: “El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza.” Todos tenemos derecho a soñar con una vida confortable, acomodada; con tener muebles nuevos, casa propia, vehículos; con viajar, lograr títulos académicos, tener nuestra propia empresa, pero no es suficiente soñar despierto. Es importante labrar la tierra. Hay tierra física que, si se labra, se cultiva y se siembra produce comida en abundancia. Por eso trabajemos, honremos a Dios con nuestro trabajo diligente.
¿Tiene trabajo? Agradezca a Dios y esfuércese.
¿No tiene trabajo? Sea diligente en buscar uno, y si necesita oración, envíe su petición de oración al +502 4186 7365.