
Cuando Dios creó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, lo puso para que cuidara y labrara la tierra. Dios no lo puso solo para que tuviera unas largas vacaciones, lo puso allí para trabajar, labrar y administrar la tierra. Por esa razón es que no debemos pensar que el trabajo es la consecuencia de la desobediencia del hombre, al contrario, le puedo asegurar bíblicamente que el trabajo no es una maldición, es una bendición.
Si usted lo tiene, bendiga a Dios. Si usted tiene la oportunidad de trabajar, haga como dice la Biblia en Proverbios 22:29: “¿Has visto a alguien diligente en su trabajo? Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie.”
Toda persona que trabaja y además es diligente es una persona que será pronto promocionada en la empresa o en la oficina. Es importante que nosotros nos demos cuenta de que trabajar es bueno y que el ser trabajadores diligentes nos hace mejores. Proverbios 28:19 nos dice: “El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza.”
Todos tenemos derecho a soñar con una vida confortable, pero no es suficiente soñar despierto. Por eso trabajemos, honremos a Dios con nuestro trabajo diligente. Las manos son para trabajar, las manos ociosas atraen pobreza, pero las diligentes traen prosperidad. No solamente es necesario, sino importante, que se usen las manos para trabajar y prosperar. Y no solo las manos, la mente, las ideas creativas. Cualquiera que sea su talento, lo que Dios le haya dado para trabajar, úselo.
En la Biblia encontramos que Dios dijo: “—¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra: un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Satanás respondió: —¿Acaso no le has protegido a él, a su familia y a todo lo que tiene? El trabajo de sus manos has bendecido, y sus posesiones se han aumentado en la tierra.”
Yo no sé a qué se dedica usted, tal vez trabaja en la construcción, en la imprenta, en la fábrica, tal vez trabaja en un taller de carpintería. Donde usted trabaje, si lo hace con diligencia, sin ociosidad, usted será una persona que va a recibir la bendición que Dios le da al trabajo de sus manos. La mano ociosa conduce a la pobreza, pero las manos ocupadas atraen riqueza. Yo creo en el poder de la oración, creo en el poder de la fe, creo en el poder de Dios, pero creo que Dios no bendice a los haraganes, Dios bendice a los que trabajan y se esfuerzan.
Si usted no tiene trabajo, no solo ore para que Dios le provea uno, esfuércese por conseguir uno. Hay quienes salen a buscar trabajo esperando no encontrarlo, buscan el trabajo de sus sueños, pero se quedan en eso, en sueños. Sea usted diferente y haga realidad el sueño de trabajar, evalúe sus intenciones y si lleva mucho tiempo buscando un trabajo, trabaje de lo que haya. Recuerde que Dios puede bendecirlo y hacer que suba los escalones de su empresa, pero primero esfuércese, demuestre diligencia, agradecimiento por lo que tiene y sin duda alguna verá la bendición de Dios.
La Biblia nos dice en Proverbios «¿Has visto a un hombre diestro en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición». Recordemos siempre que todo lo que hacemos, lo hacemos para Dios, y que en Él encontramos nuestra recompensa.