En la tercera epístola de Juan, uno de mis versículos bíblicos favoritos que me gusta regalar a todos, dice: Amado, mi oración es que seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma. La Nueva Versión Internacional dice: Querido hermano, oro para que te vaya bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas espiritualmente. La voluntad de Dios es prosperarnos en todas las cosas, pero recordemos que todas las promesas están condicionadas. La prosperidad material viene después de la espiritual, a través de creer en Jesús como el hijo de Dios. Si nosotros llenamos esas condiciones, Dios cumple las promesas. ¿Está pensando en iniciar un emprendimiento? Hágalo como para Dios. ¿Planea hacer crecer su empresa? Hágalo para la glorificar a Dios.

La Biblia nos dice claramente que Dios desea que prosperemos en todo.

Es muy natural que todos tengamos el deseo de prosperar, pero en la práctica hay diferencias. La gente se pregunta “¿Cómo puedo prosperar? ¿Cómo hago para lograrlo?” Oseas 4:6 dice claramente: Mi pueblo es destruido porque carece de conocimiento. Esa es la verdad. Muchos de nosotros somos destruidos porque no conocemos nuestros derechos ni nuestras oportunidades. No conocemos lo que Dios ha hecho a favor de nuestra vida, por falta de conocimiento sufrimos la destrucción. Oseas, en el capítulo 6:3 dice: Conozcamos y persistamos en conocer al SEÑOR. Segura como el alba será su salida; vendrá a nosotros como la lluvia; como la lluvia tardía, regará la tierra.  La pregunta es: ¿Conocemos a Dios? ¿Sabemos cómo piensa Dios? ¿Sabemos lo que Dios quiere de nosotros?

El conocimiento de Dios es claro, Jesús dijo: Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Para prosperar debemos desechar: el temor. El temor puede paralizarnos. Pero como hijos de Dios tenemos una gran herramienta: La Biblia. Esta dice que el que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso. Cuando alguna noche no pueda dormir porque tiene insomnio, recite la Palabra del Señor. Cuanto usted empiece a sentirse temeroso, recite esta porción: porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio, y “el Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?”

Poco después, usted comenzará a sentirse como un gigante y el tamaño de sus circunstancias se verán más pequeñas. Usted se verá grande y el diablo aplastado. La Palabra dice: Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al leoncillo y a la serpiente.  Usted comenzará a cobrar ánimo y confianza por el poder de la Palabra. Por eso el consejo para Josué es claro: desde el gobernante de una nación, hasta el gobernado más insignificante debe recitar la Palabra de Dios, conocerla a fondo y meditar en ella de día y de noche, así seremos prósperos.

Jesucristo nos enseñó que no debemos acumular tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban. Cada vez que usted da la Palabra de Dios, está acumulando para el tesoro celestial. Y allá no existen los problemas que existen hoy en el mundo, problemas serios con graves consecuencias. En el cielo no existe inflación, no existe recesión, no existe devaluación, pero sí existe bendición para todo aquel que da al Señor y hace tesoros en el cielo. Lo único que nadie nos puede robar es lo que hemos dado para la obra de Dios. Proverbios 11:24 y 25 dice: Hay quienes reparten y les es añadido más; y hay quienes retienen indebidamente solo para acabar en escasez. La persona generosa será prosperada y el que sacia a otros también será saciado.
Esta aparentemente sencilla acción llega a cobrar importancia cuando una persona está capacitada para dar.

¿Quiere ser prosperado en todo? Crea en el Señor, hónrelo con sus bienes y sea generoso con los necesitados.