
En el ABCD de la Escuela para Padres la A es de amar para dar seguridad.
La letra B es bendecir para dar prosperidad.
Queremos tener hijos que no solamente sean sanos, sino que sean prosperados. ¿Cómo lograr que nuestros hijos sean prosperados en cuanto a lo que depende de nosotros? Allí es donde funciona el buen uso de la lengua, usada para bendecir.
Tenemos en el interior de la boca un órgano pequeño, potente y de gran movilidad que se llama lengua. Ese músculo es el instrumento que Dios nos ha dado para comunicarnos, pero puede ser utilizado para bendecir o para maldecir. Santiago 3:9 y 10 específicamente nos expresa que “Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así”. La prosperidad es el plan de Dios para sus hijos, y prosperidad es que todo nos salga bien. ¿Quién no quiere que sus hijos tengan éxito dondequiera que vayan? Dios le dijo a Josué, el sucesor de Moisés: “Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.” La prosperidad empieza cuando recitamos las bendiciones de la Palabra de Dios.
El mundo está en busca de éxito, pero no hay un éxito verdadero fuera de una vida de obediencia a la Palabra de Dios. Con nuestra lengua tenemos la responsabilidad de asegurar el éxito y la prosperidad para nuestros hijos bendiciéndolos en todo momento. ¿Cuándo debemos empezar a bendecir a nuestros hijos? ¿Antes de que nazcan, cuando nazcan o después que nazcan? Antes de que nazcan.
Si usted es soltero diga: «Bendigo a los hijos que nos vas a dar y bendigo a la madre de mis hijos». Señora, como futura suegra, empiece a bendecir a Dios por sus yernos y por sus nueras, diga «Señor yo te bendigo por los yernos que me vas a dar, jóvenes, inteligentes y guapos». Usted bendiga al Señor y pida por sus yernos exclamando «Señor, que mis yernos sean hombres trabajadores, inteligentes, hombres consagrados a Dios, hombres de bien, sin vicios y que me quieran mucho». Hay que aprender a bendecir a nuestros hijos para que prosperen y para que tengan éxito. Es por eso que, según la enseñanza bíblica, debemos aprender a bendecir a nuestros hijos para que prosperen y alcancen el éxito. Este acto de bendición no se limita solo al primogénito o a la primogénita, sino que se extiende a todos nuestros hijos. Como se afirma en Génesis 12:2, Dios promete bendecirnos y hacer de nosotros una fuente de bendición. Además, en Proverbios 22:6 se nos insta a educar a nuestros hijos en el camino correcto, asegurando que no se aparten de él en la vejez. En última instancia, los hijos son un regalo de Dios, como se menciona en el Salmo 127:3. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad bendecir a todos nuestros hijos, guiándolos en el camino de Dios y brindándoles las herramientas necesarias para prosperar y alcanzar el éxito en todas las áreas de sus vidas.
Este artículo es una adaptación del libro Escuela para Padres. Puede adquirirlo en Fráter Librería.