
En el mundo actual, donde las tendencias cambian constantemente y las cosas parecen volverse desechables, es esencial que como creyentes estemos preparados para enfrentar el ataque a las enseñanzas bíblicas. Job 22:28 nos recuerda que “Decidir” es una palabra clave en nuestro caminar espiritual. Hay un poder intrínseco cuando somos determinados y decididos en seguir a Cristo. En la sociedad actual, las personas a menudo luchan por establecerse. Cambian de país en busca de mejores oportunidades, cambian de carrera en busca de mayor éxito y cambian de relaciones en busca de la pareja perfecta. Vivimos en una cultura de lo desechable, donde todo parece ser “usar y botar”. Estamos con las personas solo si hay un beneficio personal, profesional, político o social. Sin embargo, como creyentes, debemos aprender la importancia de permanecer.
El matrimonio es un ejemplo claro de compromiso total, de la persona total, para la vida total. Es un recordatorio poderoso de la necesidad de permanecer a pesar de los desafíos que puedan surgir. El Salmo 1:1-3 ilustra la importancia de la permanencia al comparar al hombre justo con un árbol plantado junto a corrientes de agua, cuyas hojas no se marchitan y que da fruto en su temporada. Echar raíces es esencial para permanecer. Echar raíces profundas es el secreto para la permanencia, la prosperidad y la fructificación. Un árbol que está plantado con raíces profundas puede sobrevivir a todas las estaciones y desafíos que enfrenta. El Salmo 92:12 utiliza las palmeras como un ejemplo de permanencia. Las palmeras son conocidas por sus raíces profundas que les permiten resistir las tormentas más fuertes. Similarmente, como creyentes, debemos afianzarnos en nuestras creencias y en nuestra fe en Dios para permanecer firmes en medio de las adversidades.
En Juan 15:1, Jesús nos presenta la analogía de la vid y los pámpanos. Él es la vid y nosotros somos los pámpanos. Para dar fruto, debemos permanecer en Él. Esto significa que debemos mantener una conexión constante y profunda con Dios. Cuando permanecemos en Dios, podemos pedir con fe y confianza, y él nos proveerá. Esta es una promesa poderosa que nos recuerda que la permanencia en Dios es la clave para recibir sus bendiciones y respuestas a nuestras oraciones. El versículo 13 de Juan 15 nos dice que no hay amor más grande que el que da su vida por sus amigos. Cuando permanecemos en Dios, experimentamos un amor inmenso que nos impulsa a amar a los demás de la misma manera desinteresada. Damos tiempo, damos vida, damos amor. La permanencia en Dios nos capacita para amar y servir a los demás de manera genuina y desinteresada. La permanencia en Dios también nos da la confianza para enfrentar los desafíos de la vida con valentía. Sabemos que no estamos solos, que Dios está con nosotros en todo momento. Esto nos da la fortaleza para superar obstáculos, resistir la tentación y perseverar en la fe.
En un mundo en constante cambio y en una cultura que tiende a lo desechable, debemos recordar la importancia de permanecer firmes en nuestras creencias y en nuestra fe en Dios. Echar raíces profundas, como lo hacen los árboles y las palmeras, nos permite permanecer, prosperar y dar fruto. Permanecer en Dios nos otorga el poder de pedir con fe y recibir sus bendiciones. También nos capacita para amar y servir a los demás de manera desinteresada y nos da la confianza para enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestra vida. Así que, decidamos hoy permanecer en Dios y experimentar su poder transformador en nuestras vidas.