En la vida del matrimonio, cuando Dios nos bendice y nos hereda hijos, nos encontramos con la preocupación de cómo criarlos y cómo educarlos. A veces nos preguntamos cómo es posible que de hombres y mujeres buenas crezcan hijas e hijos malos. Aquellos principios que expresan los padres no son coincidentes con la actitud de los hijos vagos, viciosos e indecentes. Pero ¿qué pasó? ¿dónde fallaron? La sabiduría y el conocimiento no necesariamente son lo mismo. He tenido la experiencia de psiquiatras que se han comunicado conmigo llorando porque no saben qué hacer con sus hijos o con su esposa. La formación académica para conocer la conducta humana, sus anormalidades, su curación y todos los conocimientos al respecto no les sirvió de mucho para los suyos. Y es que el conocimiento por sí solo no es suficiente. El conocimiento por sí solo envanece, es necesario adquirir sabiduría. Al leer el libro de Proverbios se va a dar cuenta que el énfasis es obtener sabiduría. Esa capacidad de aplicar los conocimientos a la solución de los problemas cotidianos es sabiduría.

Por eso, déjeme darle cuatro consejos básicos para corregir y dar sabiduría a nuestros hijos.

1. Empiece temprano
Empiece temprano en la vida de sus hijos, empiece desde que sus hijos son pequeños y si usted es abuelito y no pudo hacerlo con sus hijitos, a lo mejor puede hacerlo con sus nietos y si no pudo con sus nietos a lo mejor con sus bisnietos. Pero usted puede empezar temprano como dice la Escritura en Proverbios 13:24 “No corregir al hijo, es no quererlo; amarlo es disciplinarlo.”

2. Mantenga el equilibrio

Proverbios 23:13-14 dice: “No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes, y así lo librarás del sepulcro.” ¿Qué dice la Biblia que hay que darle al joven? “unos buenos azotes”. Mis hijos dan testimonio todavía de la buena práctica de este consejo. Cuentan que cuando su mamá les iba a dar no se preocupaban mucho, aunque les daba varios, no sentían mayor cosa, eso sí, cuando llegaba su papá, solo recibían uno o

dos, pero esos sí eran memorables. Usted necesita hacer que sus hijos recuerden la lección. Es muy importante que apliquemos corrección en nuestros hijos, por supuesto, estamos hablando de aquellos pequeños, ya a los de 25 o 30 años es muy difícil aplicar la vara, se pasó el tiempo. A veces la gente dice que Dios es amor, no castiga. Si a usted no lo ha castigado nunca, es porque no es hijo aún, pero todo padre que ve a su hijo que se descarrila ¿qué es lo que hace con él? Lo disciplina, le llama la atención, lo reprende, lo corrige y si es necesario, lo azota.

3. Sea consecuente

Establezca reglas claras, aplique disciplina en privado y dé consolación inmediata. Sea consecuente, es decir, si usted va a aplicar una regla, cúmplala. No sea solo consecuente sino consistente. Si al pequeño le dice que se acueste a las 8 de la noche, debe ser consistente, si ya son viejos a las 10 u 11 de la noche, pero debe cumplirse. Sea consistente y consecuente en su corrección y si lo aplica con el mayor, aplíquelo con el mediano y con el menor.

4. Sea razonable

No imponga castigos irrazonables. Si le quita la bicicleta que no sea por un año. Al menos quítesela por 12 horas, para los niños el tiempo es muy largo. ¿Se acuerda cuando era niño? Decía, ¿cuándo llegará mi cumpleaños?, ¿cuándo serán mis vacaciones?, ¿cuándo será Navidad? Ahora usted apenas celebra Navidad y ya está preparándose para la Semana Santa. El tiempo se nos va rapidísimo, entonces tenemos que ser razonables con nuestras actitudes.

Así que, recuerde que “te amo” se dice corrigiendo, enseñando disciplina. Así lo hace Dios con nosotros, hágalo así con sus hijos.
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