
No podemos olvidarnos de las situaciones que a diario suceden no sólo a nosotros sino también a nuestro alrededor y en nuestro país, hemos visto el asesinato de una niña llamada Sharon de tan sólo 9 años, el asesinato de una familia completa en Chiquimula de 5 integrantes, 3 niños, uno de ellos decapitado, por aparentes problemas de convivencia entre vecinos o pleitos por tierras; acoso a niñas, maltrato a mujeres, muerte de familiares de personas cercanas, enfermedades terminales y un sinfín de situaciones difíciles.
Se están multiplicando las crisis en las familias, en las personas, tanto en los adultos como en los jóvenes y aún en la gente de la tercera edad; por eso es importante que haya alguien atento a oír, a servir, a llamar, a orar para que de esa manera podamos cumplir lo que dice la escritura en Gálatas 6:2 “Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo”. Llevar las cargas los unos de los otros, es como una columna que sostiene un techo en la estructura de la casa, esa columna es importante para que la casa no se debilite y soporte el peso del techo. Sí quitamos esa columna puede debilitarse tanto que con un pequeño temblor se raje la casa o se venga a pique.
Usted y yo somos llamados a ser columnas para otros, para nuestros hermanos en la célula, en el ministerio, amigos o nuestra propia familia. Todos podemos ser consejeros que con amor acompañan a otros en momentos de dificultades, es más, somos exhortados por la palabra de Dios a soportarnos los unos a los otros. Tome en cuenta que un consejero no es una cosa fácil, Salvador Dellutri decía: “La tarea más difícil de un consejero es acompañar a quien está atravesando una crisis importante en su vida: La inminente pérdida de un ser querido, una enfermedad incurable, un desengaño afectivo, etc., representan verdaderos desafíos. Estas crisis en la vida no resisten las soluciones fáciles o simplistas”.
Todas las crisis como las mencionadas implican un cambio de vida. El ser humano ama la estabilidad, defiende el equilibrio que lo rodea y rechaza todo cambio porque le produce temor. La crisis se le presenta como una fuerza superior a la voluntad, que no puede vencer y que lo lleva hacia una forma de vida que no eligió. Por lo tanto, la tarea del consejero espiritual es necesaria para ayudarlo a llegar a la aceptación del cambio de vida sin que eso implique que se sienta derrotado, fracasado o abandonado por Dios. El apóstol Pablo menciona en Colosenses 3:12-13 “Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.”.
El reto como cristianos es acompañar a alguien en el proceso de una crisis, ser un bálsamo y consejeros sabios para otras personas.
Como consejeros sabios debemos buscar ayudar a otras personas, con amor entrañable, no como los amigos de Job, quienes en el momento de la crisis recriminaban su actitud y no entendían qué era lo que le estaba pasando. Y es verdad que muchas veces nos es difícil comprender cómo la otra persona se siente y el proceso en el que se encuentra. Quizás crea que la actitud de negación, de rebeldía a Dios, de autocrítica no es la más apropiada de un cristiano, pero estas son etapas propias de las crisis que todos podemos vivir.
Los cristianos que encaran sus motivos de dolor en forma abierta y honesta resurgen de la experiencia dolorosa fortalecidos, más maduros y mejor preparados para brindar ayuda a otras personas. La empatía, la misericordia y la paciencia pueden llevarnos a acompañar a alguien de la mejor manera, a entender que es un ser humano y necesita consejos, respuestas y razonamientos que tengan en cuenta sus características. Pero más que argumentos necesita amistad, amor y comprensión que se expresen con actitudes. La crisis es algo que todos pasaremos y qué mejor que estar con personas que nos acompañen en ese proceso.
Piense hoy en alguien que esté pasando por una crisis, y sirva a los santos en Cristo, como un consejero que trae la esperanza y consuelo de parte de Dios.