
La semilla, el suelo y el fruto
Todo creyente debe de recibir la palabra como una buena tierra y también debe ser un sembrador que predica la palabra en todo momento.
Todo creyente debe de recibir la palabra como una buena tierra y también debe ser un sembrador que predica la palabra en todo momento.
Como cristianos no debemos de juzgar y condenar a otros, debemos de perdonar y ver nuestras debilidades.
Amar a los enemigos es sumamente difícil, pero no imposible.
Somos dichosos cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y cuando sufrimos persecución por seguir y predicar de Cristo.
Todos tenemos un mensaje que compartir.
Cada creyente debe tener actitudes y formas de vida que agraden a Dios.
El dolor por la pérdida de un ser querido es grande, pero nuestro Dios es mucho más grande.
Cuando somos generosos, Dios nos bendice.
Dios es el dueño de todo, y nosotros somos administradores de los recursos que él nos dio.
El contentamiento se manifiesta en el agradecimiento, en valorar lo que tenemos, en ser esforzados y en ser diligentes.